jueves, 4 de abril de 2013

EL TEXTO BÍBLICO

Cuando se está frente aun texto, cualquiera que sea la temática de este, él lector siempre espera de él entender su contenido, es claro que lo transmitido por el escritor trasciende de tal manera que permite no solo a un grupo seleccionado de lectores dar una crítica frente a su escrito, sino además traspasar la fronteras del mismo y llegar a aquellos que por casualidad, curiosidad o por motivos académicos lleguen a tener un contacto más cercano con su escrito. El sentido de la escritura en el tema que nos ataña, “el texto bíblico y sus diferentes versiones” no queda de lado en la tarea que emprende el escritor, en este caso el “escritor sagrado” al momento de trasmitir su idea, relato o versión específica del tema a tratar o en su caso del pasaje al que trae a colación en la enseñanza o trasmisión del hecho vivido por un personaje, un pueblo o un determinado de un relato de vida. A primer avista el lector del texto bíblico, neófito en el asunto, se enfrenta a una confusión de términos, pasajes y hazañas que al parecerle familiares, por el hecho mismo del acto de escucha de forma cotidiana las ocasionales eucaristías a las que ha asistido y en las cuales encuentra una serie de relatos o leyendas de personajes concretos en un tiempo determinado y con un actuar inesperado. Pero nos preguntaríamos por el sentido mismo del texto bíblico, de donde acá se dio tal escrito, que produjo la ilación de los temas a sabiendas que los mismos no fueron escritos de forma cronológica, sino que el tiempo de escritura entre uno y otro varia. Cabe entonces preguntarnos qué capacidad tuvo o tuvieron los diferentes autores al momento de escribir, o cabría la posibilidad de llegar a pensar que la inspiración al momento de redacta y recopilar dichos acontecimientos fue dada por ayuda; si el termino lo permite, de un ser superior que puso en el corazón del escritor o escritores la coherencia necesaria para plasmar de forma relacionada la temática que en ellos se platea. Desde los ojos de la fe, y teniendo como sostén la razón, no cabe duda que la inspiración de los textos bíblicos es dado por Dios al escritor, a su comunidad y éste de forma más fidedigna la transmitió y consigno en lo que hoy conocemos como la biblia. Reafirmo que es desde los ojos de la fe, pues para muchos el binomio fe y razón son disyuntivas de un mismo camino en el cual el viajero opta por emprender el caminar por uno desechando al otro.
La inspiración es dada al escritor o escritores pero no en la medida que nuestra imaginación recrea, la clásica imagen del amanuense que copia al pie de la letra lo que se le dicta, acompañado de un paisaje coloquial de montañas, desierto, tablas de piedra etc. La figura de la inspiración debe ser vista desde los ojos de la crítica contextual, es bueno ubicarse en el contexto y en el texto mismo, los elementos que hacen parte del escrito, las situaciones que vivió el escritor y aquellas que lo llevaron a escribir hacen parte del conjunto previo a la escritura y en la cual la presencia de Dios en la vida del hombre es algo patente, el actuar en su vida más que una imposición ha sido acompañar al hombre que en su ejercicio de la libertad ha optado por hacerse parte de la creación y participar del plan salvífico que Dios desde antiguo ha planeado para el hombre. En la redacción del texto es importante determinar los elementos constitutivos del mismo, la época en que fue escrito, la situación sociopolítica que imperaba en el momento y demás acontecimientos que de una u otra forma influyen en la redacción del mismo. La inspiración dada por Dios al escritor es sin duda la fuerza que recae sobre el mismo para que de forma coherente, relacionante y fiel a los acontecimientos trascriba la ocurrencia de hechos y situaciones que marcaron de forma particular el vivir de un pueblo que camina bajo la guía del Dios, con el cual ha pactado ser su pueblo y él ser su Dios.