jueves, 29 de abril de 2010

Donde estan los que te condenan.....


El 94 por ciento de los casos de pedofilia, que HOY le echan en cara a la Iglesia, son de ayer, de 1980 para atrás: cuando los señores de HOY –ofendidos, hasta cierto punto, según se va sabiendo– eran acólitos de sacristía. Y como este escándalo es plato abundante que da para muchos –los abogados, que cobran sumas estelares; los ‘ofendidos’, que aprovechan para echarles el agua sucia a los curas y embolsarse unos cuantos pesos; la prensa amarillista, que se vende como pan bendito; los enemigos represados de la Iglesia que encuentran ahora la oportunidad de vomitarse en ella, y otros muchos más– todos –se les ve el apetito voraz en los ojos– ocupan su puesto, a la mesa de Voltaire, y se sienten plenos y ufanos, con las narices en la cloaca.

Aclaremos un poco este enredo que se formó de repente, como manto de espuma sucia –que recuerda los ‘aromas’ del río Bogotá, antes de dar el Salto–.
Preguntémonos ¿qué hay detrás de estos insultos a la Iglesia? ¿Qué es la Iglesia, que tanto atacan? Seguramente, entienden por Iglesia lo que tanta gente cree: el Vaticano, la jerarquía, todos los obispos, con el Papa a la cabeza, y posiblemente imaginan, allá en trastienda, el rebaño de los fieles más devotos. Todos los lectores podríamos jurar que ninguno de ellos ha ‘tocado’ a un niño. Entonces, se refieren a ese 1 por ciento de los cuatrocientos mil curas dispersos por todo el mundo –estos, entregados heroicamente al servicio de los más pobres y de los fieles, en general; de estos, no dicen nada; los ignoran por completo–. Los que cuentan son los pocos que hace 20 o 30 años se dejaron seducir por el demonio de la carne y cayeron. Pregunto: y los insultantes, que así se desahogan, ¿qué estarán encubriendo? ¿Por qué no destapan su cloaca? ¿Solo huele la de los curas? Así parece. La de ellos ha recibido tratamiento: es inodora. ¡Oh prodigio! Entonces, ¿por qué las pagan los obispos y el Papa? ¿Porque son el rostro de la Iglesia? Supongámoslo, en gracia a la imagen. Son el rostro de la Iglesia. Lo más visible. Y hay que insultar a la cara. Nadie insulta al pecho ni a los pies. No, a la cara de la Iglesia. Allí aparece ella. Hay que ofenderla. Humillarla, hasta la sevicia, sin ningún amor filial. Escupirle a la cara, para ensuciársela de bilis. Y te pregunto, volteriano de pura raza, ¿insultarías a tu madre, a la cara, le escupirías, si supieras HOY, que hace 20 o 30 años fue proxeneta? ¿Y lo propalarías a los cuatro vientos? Estarías escupiendo para lo alto y te caería luego en la cara.
Entonces, ¿qué se esconde detrás de tanto insulto? ¿De dónde salen tantas suciedades? ¿Del amor? No. Del ODIO, sí, del ODIO, en mayúscula, porque mayúsculo es el odio que le tienen a la Iglesia. Sí, señoras y señores, que me leen asustados: lo que está detrás de tanto insulto a la Iglesia es el odio; y no recuerdan que el odio hace más daño al que lo lanza que al que lo recibe, quien, después del chaparrón, se limpia la cara con un lienzo de lino, y mira sereno y puro. Como Jesús, después de que lo abofeteó y escupió la chusma estúpida: los insultos y escupas le purificaron el rostro, que millones y millones de creyentes de todo el mundo besaron y adoraron este Viernes Santo.
Odio escondido, que HOY están haciendo manifiesto.
Odio vil e inhumano que HOY están haciendo pasar por el deseo limpio de ver a la Iglesia inmaculada. ¡Mentiras! Odio estéril e infecundo que HOY están esparciendo en los surcos de la Patria y mañana recogerán en la suerte de sus hijos.
Odio asesino, que HOY intenta vanamente matar a la vida, y lo están haciendo pasar por amor a la madre.
Odio volteriano, heredado en línea recta del mayor boquisucio que ha tenido Francia en su historia, y HOY vomitan sus fieles seguidores.
No corre sangre por las venas de estos volterianos; corre bilis, bilis negra y sucia; sólo bilis, sólo ODIO.
Queridos lectores: no manchen sus ojos leyendo las columnas de estos volterianos. Los ojos de ustedes merecen respeto

miércoles, 28 de abril de 2010

martes, 27 de abril de 2010

domingo, 25 de abril de 2010

Oracion Dominicana ...Legado de nuestra espiritualidad ...



Así, ver a Domingo orando , compartir con él la oración, aprender a orar con él, seguirlo haciendo en su nombre y sentirlo presente cuando oramos, es el proceso para que todo dominico sea un "homo orans" como Domingo y seamos así hoy y ahora testimonio vivo del "oranten Dominum" que habla con Dios y de Dios , contempla a Dios y lo predica y predica al Dios que contempla. haciendo de la oración la fuente de la predicación y de la predicación un motivo permanente de oración .



1. Inclinación profunda
2. Postración en tierra
3. De pies, disciplinadose con una cadena de
hierro

4. Hincando se de rodillas .
5. De pies, delante del altar, con la manos levantadas.
6. De pies, con manso en la cruz.

7. De pies, con las manos extendidas y dirigidas al cielo como un a saeta.
8. Solitario en su celda, leyendo un libro.
9. Orando en el camino, de viaje, meditando y predicando

miércoles, 21 de abril de 2010

Visita Dominicos Panamá


La acojida y fraternidad dada por los frailes de la ciudad de Panamá un signo mas de la unidad Dominicana Fraternos en Domingo

Un ideal que perdura ....


La fraternidad entre frailes y monjas es un signo mas de la unida de nuestra gran familia Dominicana dando realidad al deseo de nuestro padre Domingo en el ideal de su fundación.

sábado, 17 de abril de 2010

Eucaristía y realidades temporales……


Encierra la eucaristía una común unión del pueblo con la verdadera conmemoración del cuerpo y la sangre de Cristo, o solo responde a un acto externo y simbólico de conmemoración; Pese hacer una institución de trayectoria y con fundamento teológico podríamos afirmar que la eucaristía involucra la realidad del contexto que la rodea, el origen de la indiferencia recae en el celebrante, quien en muchos casos de forma fría y rutinaria trata de ejercer al mejor papel a desempeñar su parlamento, sin apropiarse en debida forma (persona Cristi ) del ministerio de redención que posee en sus manos.

La indiferencia y el excesivo acomodamiento de muchos de sus ministros da como respuesta la marcada tendencia a afirmar que además del signo externo la esencia misma del acto se esta desfigurando .

Volver a la fuente primera, retornar al verdadero sentido del sacrifico y memorial que otorga la prenda de la gloria es la tarea , el reto que nosotros futuros ministros del culto debemos asumir, es la búsqueda de unificar en el altar del sacrificio de la vida la unidad frente al ministerio del pan y vino como signo de la entrega del cordero inmolado y no indiferente a nuestra condición humana.

Por Fray Diago o. p.

Santa Ines de Montepulciano


Santa Inés de Montepulciano
Religiosa
(1317)

Oración

Que nos contagie Inés de su gran amor por Jesús Crucificado.

Historia

Nació en Montepulciano, (Italia) en 1268 y fue una de las figuras más brillantes de la Orden de Santo Domingo.
A los 9 años obtuvo que sus padres (que eran de una de las principales familias de la ciudad) la dejaran irse a vivir a un convento de religiosas. Allí su seriedad y su comportamiento tan inteligente le atrajeron de tal manera la confianza de las superioras que cuando apenas tenía catorce años la encargaron ya de la portería del convento y de recibir las visitas.
Cuando ella tenía 15 años, la superiora de aquella comunidad fue trasladada a fundar un convento en otra ciudad, y pidió que le dejaran llevar como principal colaboradora a Inés, porque era una joven de una extraordinaria responsabilidad en todo lo que hacía.
Y sucedió por aquellos tiempos que las gentes de Montepulciano dispusieron crear unas casas para religiosas. Pidieron que les fuera enviada como superiora del nuevo convento la joven Inés, cuya santidad ya era notoria en todos los alrededores. Ella siendo tan joven, aceptó el cargo porque confiaba en que Dios le iba a ayudar de maneras sorprendentes. Y así sucedió.
Estaba Inés pensando a qué comunidad religiosa debia ella confiar a las monjitas de su nuevo convento, cuando una noche en una visión se le aparecieron en el mar muchas barcas con distintos patronos, invitándola a navegar en ellas. Pero una barca tenía por piloto a Santo Domingo de Guzmán y este santo le decía: "Es voluntad de Dios que tú viajes en la barca de la Comunidad Dominicana". Desde entonces se propuso afiliar a sus religiosas a la Comunidad de padres Dominicos. Y así ella llegará a ser una de las glorias de esta comunidad, y lo mismo lo será su gran devota, Santa Catalina de Siena.
Desde muy joven ayunaba casi todos los días y dormía en el duro suelo y tenía por almohada una piedra. Después la salud se le resintió y por orden del médico tuvo que suavizar esas mortificaciones. San Raimundo cuenta que Dios le permitía visiones celestiales, que un día logró ver cómo era Jesús cuando era Niño. Otra vez estando la despensa del convento desprovista y no habiendo alimentos para las monjas, ella rezó con fe y la despensa apareció llena de comestibles. La veían levantada por los aires mientras le llegaban los éxtasis de la oración. Un ángel se le apareció ofreciéndole un cáliz de amargura y le dijo: "Como Jesús, en esta tierra tendrás que beber el cáliz de la amargura, pero para la eternidad te espera la corona de gloria que nunca se marchita".
Santa Catalina de Siena que fue a Montepulciano a visitar el cadáver de Santa Inés, el cual después de 30 años, todavía se encontraba incorrupto, profesaba una gran veneración a esta santa y en una carta que escribió a las religiosas de esa comunidad les dice: "Les recomiendo que sigan las enseñanzas de la hermana Inés y traten de imitar su santa vida, porque dio verdaderos ejemplos de caridad y humildad. Ella tenía en su corazón un gran fuego de caridad, regalado por el mismo Dios, y este fuego le producía un inmenso deseo de salvar almas y de santificarse por conseguir la salvación de muchos. Y después de la caridad lo que más admiraba en ella era su profunda humildad. Siempre oraba y se esforzaba por conservar y aumentar estas dos virtudes. Y lo que le ayudaba mucho a crecer en santidad era que se había despojado de todo deseo de poseer bienes materiales o de darle gusto a sus inclinaciones sensuales, y el dominar continuamente su amor propio. Su corazón estaba totalmente lleno de amor a Cristo Crucificado, y este amor echaba fuera los amores mundanos y los apegos indebidos a lo que es terrenal. Ella ofrecía en sacrificio a Dios su propia sensualidad. Para esta buena religiosa el mejor tesoro era Cristo crucificado, en quien meditaba siempre y a quien tanto amaba". Hermoso relato redactado por una gran santa, acerca de otra santa también muy admirable.
San Raimundo cuenta que muchos testigos le declararon haber presenciado hechos milagrosos en la vida de Santa Inés.
Cuando estaba moribunda, oyó que sus religiosas lloraban y les dijo emocionada: "Si en verdad me aman, alégrense de que voy al Padre Dios a recibir su herencia eterna. No se afanen que desde la eternidad las encomendaré siempre".
Murió en el mes de abril del año 1317 a la edad de 49 años, y en su sepulcro se han obrado muchos milagros.

Tomado de http://www.ewtn.com/spanish/saints/In%C3%A9s_de_Montepulciano_4_19.htm
sábado, 17 de Abril de 2010